martes, 24 de noviembre de 2015

La tripanosomiasis africana humana, también llamada enfermedad del sueño, es una parasitosis transmitida por un vector. Los parásitos que la causan son protozoos pertenecientes al género Trypanosoma.




 Se transmiten al ser humano por la picadura de la mosca tsetsé (del género Glossina) infectada por otras personas o animales que albergan los parásitos patógenos humanos.
La mosca tsetsé se encuentra en el África subsahariana pero solo ciertas especies transmiten la enfermedad; por razones que hasta la fecha no se han explicado, este insecto vive en muchas regiones donde no ocurre la enfermedad del sueño.
Las personas que están más expuestas al contacto con la mosca tsetsé, y por consiguiente a contraer la enfermedad, son los habitantes de zonas rurales que se dedican a la agricultura, la pesca, la ganadería o la caza.

Las formas de la tripanosomiasis africana humana
La enfermedad adopta dos formas, en función del parásito causante:
Trypanosoma brucei gambiense se encuentra en 24 países de África occidental y central. Esta forma representa en la actualidad más del 98% de los casos notificados de enfermedad del sueño y causa una infección crónica. Una persona puede estar infectada por meses o incluso años sin presentar manifestaciones clínicas importantes. Cuando los síntomas aparecen, es frecuente que la enfermedad ya esté muy avanzada, en la etapa de afección del sistema nervioso central.
Trypanosoma brucei rhodesiense se encuentra en 13 países de África oriental y del sur. Hoy en día esta forma representa menos del 2% de los casos notificados y causa una infección aguda. Los primeros signos y síntomas se observan a las pocas semanas o a los pocos meses después de la infección. La enfermedad evoluciona rápidamente y afecta al sistema nervioso central. Solo en Uganda son prevalentes las dos formas de la enfermedad, pero en zonas separadas.
Hay otra forma de tripanosomiasis que ocurre principalmente en países latinoamericanos; se denomina tripanosomiasis americana o enfermedad de Chagas. El organismo causante de la enfermedad de Chagas pertenece a otra subespecie del género Trypanosoma y se transmite por un vector diferente.

La transmisión de la enfermedad parece haberse detenido, pero todavía hay áreas donde el acceso para evaluar el estado exacto de la situación es difícil debido a la inestabilidad social y/o la dificultad para acceder a las actividades de supervisión y diagnóstico de manera remota.
Infección y cuadro clínico
La enfermedad se transmite principalmente por la picadura de una mosca tsetsé infectada, pero existen otras vías de infección.

Transmisión de madre a hijo: el tripanosoma puede atravesar la placenta e infectar al feto.
La transmisión mecánica por intermedio de otros insectos hematófagos es posible; no obstante, es difícil determinar las consecuencias epidemiológicas de esta vía.
Los pinchazos accidentales con agujas contaminadas en el laboratorio han causado algunas infecciones.
Etapas:
En la primera etapa, los tripanosomas se multiplican en los tejidos subcutáneos, la sangre y la linfa; se conoce como fase hemolinfática y se caracteriza por episodios de fiebre, cefaleas, dolores articulares y prurito.

En la segunda etapa, los parásitos atraviesan la barrera hematoencefálica e infectan el sistema nervioso central. Esto se conoce como la fase neurológica o meningoencefálica. Por lo general, es entonces cuando se presentan los signos y síntomas más evidentes de la enfermedad, a saber: cambios de comportamiento, confusión, trastornos sensoriales y falta de coordinación.

Los trastornos del ciclo del sueño, que le dan el nombre a la enfermedad, son una característica importante de la segunda etapa. Si no se trata, la enfermedad se considera mortal, si bien se han notificado casos de portadores sanos.

Diagnóstico:
La atención de la enfermedad se hace en tres pasos:
Tamizaje de una posible infección. Supone el empleo de pruebas serológicas (solo las hay para T. b. gambiense) y la exploración física en busca de signos clínicos, por lo común, agrandamiento de los ganglios linfáticos del cuello.
Diagnóstico de la presencia del parásito en los fluidos corporales.
Determinación de la etapa en que se encuentra la afección. Supone el examen del líquido cefalorraquídeo obtenido por punción lumbar; el resultado ayuda a determinar el tratamiento.
El diagnóstico debe hacerse lo antes posible antes de la etapa neural para así evitar tratamientos complicados y peligrosos.
Tratamiento:
El tipo de tratamiento que se administra depende de la etapa de la enfermedad. Los medicamentos que se usan en la primera etapa tienen poca toxicidad y se administran más fácil que los que usan en la segunda etapa. Cuanto antes se identifica la enfermedad, mejores son las probabilidades de curación. La evaluación de los resultados del tratamiento requiere un seguimiento del paciente durante 24 meses e implica el análisis en laboratorio de líquidos corporales, incluido el líquido cefalorraquídeo obtenido mediante punción lumbar, dado que los parásitos pueden permanecer viables durante largos períodos de tiempo y provocar la enfermedad meses después del tratamiento.

El éxito del tratamiento en la segunda etapa depende de un medicamento que atraviese la barrera hematoencefálica para llegar al parásito. Los medicamentos que se usan son tóxicos y complicados de administrar. Hay cinco medicamentos registrados para el tratamiento de la enfermedad del sueño. Esos medicamentos proceden de donaciones efectuadas por los fabricantes a la OMS y se distribuyen gratuitamente a los países en los que la enfermedad es endémica.

Tratamiento en la primera etapa:
Pentamidina: fue descubierta en 1940; se usa para el tratamiento en la primera etapa de la infección por T.b. rhodesiense. A pesar de que causa unos efectos indeseables de cierta consideración, en general es bien tolerada por los pacientes.
Suramina: fue descubierta en 1920; se usa para el tratamiento en la primera etapa de la infección por T.b. rhodesiense. Provoca ciertos efectos indeseables en las vías urinarias, así como reacciones alérgicas.
Tratamiento en la segunda etapa:
Melarsoprol: fue descubierto en 1949; se usa contra las dos formas de la infección. Es un derivado del arsénico y produce muchos efectos colaterales indeseables; el peor es la encefalopatía reactiva (síndrome encefalopático), que puede ser mortal (entre 3% y 10%). Se ha observado un aumento de la resistencia a este medicamento en varios focos, particularmente en África central. Actualmente, se recomienda su administración en el tratamiento de la primera etapa contra T.b. rhodesiense y en el de la segunda etapa contra T.b. gambiense.
Eflornitina: es una molécula menos tóxica que el melarsoprol y obtuvo el registro en 1990. Solo es eficaz contra T.b. gambiense. El régimen de tratamiento es complejo y difícil de aplicar.

En 2009, se introdujo un tratamiento mediante la combinación de nifurtimox y eflornitina, que simplifica la administración de eflornitina, al reducir la duración del tratamiento y el número de perfusiones intravenosas; pero, desafortunadamente, no se realizaron estudios para su administración contra T.b. rhodesiense. El nifurtimox tiene registro para el tratamiento de la tripanosomiasis americana, pero no para la tripanosomiasis africana humana. No obstante, una vez que los ensayos clínicos produjeron datos de inocuidad y eficacia, su administración en combinación con la eflornitina se incluyó en la Lista de medicamentos esenciales de la OMS, y actualmente se recomienda como tratamiento de primera línea contra T.b. gambiense. La Organización distribuye gratuitamente ambos medicamentos a los países donde la enfermedad es endémica con un kit que contiene todo el material necesario para su administración.

Enfermedad del Chaga


La enfermedad de Chagas es una parasitosis provocada por un protozoo, el minúsculo Trypanosoma cruzi. 



Este parásito afecta a distintos mamíferos de América Central y del Sur. Se transmite al ser humano por la picadura de unos insectos de la familia Reduviidae (redúvidos), vulgarmente conocidos como chinches selváticos, que contraen el parásito cuando pican a un animal o persona infectados.
Los redúvidos viven en las grietas y hendiduras de casas en malas condiciones o mal construidas de América del Sur, de zonas rurales de Cen-troamérica y de México. Tradicionalmente la enfermedad de Chagas sólo afectaba a las gentes pobres que habitaban en estas zonas rurales. Sin embargo, entre las décadas de 1970 y 1980, se produjo en Latinoamérica una gran migración del campo a la ciudad, que llevó consigo la enfermedad. En las ciudades comenzó a propagarse mediante transfusiones de sangre contaminada. Aunque es poco corriente, la mujer embarazada también puede contagiarla a su feto. Se calcula que la enfermedad de Cha-gas mata a unas 50 000 personas al año.
Síntomas:
La enfermedad de Chagas tiene tres fases: aguda, indeterminada y crónica.
Fase aguda Generalmente, la enfermedad se contrae de niño. La mayoría de los afectados no presentan síntomas, tras la inoculación del protozoo pero algunos sí tienen fiebre y se les inflaman los ganglios linfáticos y la zona que rodea a los ojos, si es a través de éstos por donde el
parásito penetró en el cuerpo. Los síntomas desaparecen normalmente a las 4 o 5 semanas. En casos excepcionales se pueden sufrir convulsiones y daños en el corazón. En personas con sistemas inmunitarios débiles, como los enfermos de sida, la fase aguda puede volver a manifestarse de forma mucho más grave.
Fase indeterminada El parásito todavía habita en el organismo pero no causa síntomas. Esta fase puede durar toda la vida en la casi totalidad de los infectados.
Fase crónica Cerca de un tercio de los infectados presentan síntomas más serios entre los 10 y 20 años después de contraer la enfermedad. Los problemas más comunes son:
– agrandamiento y debilitamiento y fragilidad del corazón, afección conocida como miocardiopatía;
disritmias ventriculares—variedad de latidos irregulares que pueden provocar la muerte súbita;
– megacolon—dilatación del colon (intestino grueso) que puede causar estreñimientoextremo y que requiere tratamiento quirúrgico;
– agrandamiento del esófago (el tubo que transporta alimento de la garganta al estómago), que dificulta la ingestión de comida.
Diagnóstico y tratamiento:
En la fase aguda, los parásitos son perceptibles en la sangre cuando ésta se examina al microscopio. En las fases posteriores, el diagnóstico es más difícil, por lo que se necesita toda una variedad de análisis de sangre, En la fase aguda, los parásitos pueden eliminarse con un tratamiento medicamentoso de varios meses. No se ha comprobado que exista una cura para las fases posteriores, por lo que en esas fases los médicos procuran más bien tratar los síntomas del daño orgánico producidos por los parásitos.
Medidas de prevención:
Varios países de América Latina están llevando a cabo una campaña de erradicación de la enfermedad de Chagas. Recurren a pesticidas para combatir a los insectos que transmiten la enfermedad y mejoran el nivel de la vivienda, de modo que los insectos no puedan esconderse en paredes con grietas y en techos de paja. También se intenta llevar un control más rígido de las reservas de sangre donada.
Esta campaña es más intensa en los países del cono Sur: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. En esta región los contagiosos niños y adolescentes se habían reducido ya cerca del 70 por ciento a finales de la década de 1990.
Quienes tengan que viajar a sitios donde es común la enfermedad de Chagas deben utilizar repelentes de insectos (en forma de pulverizador).

De ser posible, evitarán dormir en casas de barro, adobe o con techos de paja y procurarán usar mosquiteras por la noche.

Amebiasis

La amebiasis es una enfermedad causada por la ameba, parásito microscópico denominado Entamoeba histolytica. 



En un momento de su ciclo vital, la ameba ésta protegida por una envoltura protectora llamada quiste. La infección empieza cuando una persona ingiere quistes presentes en la comida y en el agua contaminada. La amebiasis se encuentra en todo el mundo, incluso en los Estados Unidos, pero abunda más en los trópicos, donde el control de sanidad es más pobre. Al ser ingeridos, los quistes resisten los ácidos del estómago y llegan hasta el intestino. En el intestino, las amebas salen de los quistes y se multiplican, normalmente sin causar síntomas de ningún tipo. Hay casos, sin embargo, en que por razones desconocidas, las amebas invaden las paredes del intestino grueso y producen dolor abdominal, diarrea sanguinolenta (disentería) y, a veces, fiebre. Llegado este momento, existe también el peligro de que las amebas invadan otros órganos corporales.
Durante la infección, las amebas producen quistes que son eliminados de los intestinos junto con las heces. Fuera del cuerpo, los quistes pueden sobrevivir días, incluso semanas. En áreas de poca higiene, el agua potable contaminada con excrementos humanos puede propagar rápidamente la amebiasis y hacer que el ciclo comience de nuevo.

Síntomas:
La mayor parte de las infecciones por ameba son asintomáticas, es decir, no producen síntomas. Sin embargo, aunque no haya síntomas, los quistes siguen reproduciéndose y se considera que la persona infectada es portadora de ellos.
Colitis amebiana Los síntomas ocurren mayoritariamente cuando las amebas atacan las paredes del intestino grueso. Este proceso recibe el nombre de colitis amebiana. El síntoma más común es un dolor abdominal creciente. Pueden darse síntomas adicionales como diarrea con sangre o mucosidad, deposiciones frecuentes o una desagradable y continua necesidad de ir al baño. En un tercio de los casos, también se produce fiebre.
Disentería amebiana En algunos casos extraños, los síntomas de colitis amebiana empeoran; se presentan fiebre, escalofríos y diarrea intensa, con sangre y mucosidad. Esta enfermedad se llama disentería ame-biana, que a menudo conduce a una seria deshidratación (pérdida excesiva de agua en el cuerpo).
Amebiasis hepática Si las amebas se desplazan por vía sanguínea a otras partes del cuerpo, se pueden formar focos de infección en distintos órganos. En el 1 por ciento de los casos, infectan al hígado, en el que causan una dolencia llamada amebiasis hepática. Los síntomas de esta enfermedad incluyen fiebre, dilatación del abdomen, dolor e hiper-sensibilidad en la zona del hígado, justo debajo de las costillas derechas.
Diagnostico:
El método más común para diagnosticar la amebiasis es el examen microscópico de las heces del individuo afectado. La Entamoeba histolytica también puede identificarse en muestras de tejido obtenidas durante una exploración visual del colon con un instrumento flexible llamado colo-noscopio, o en el transcurso de una operación.
Si el médico detecta la presencia de Entaomeba histolytica, prescribe medicamentos tanto para los portadores asintomáticos (que pueden transmitir las amebas si no son eliminadas) como para los enfermos con la infección activa. El tratamiento normalmente dura tres semanas.
Prevención:
No hay vacuna o fármaco profiláctico (medicamento que previene una enfermedad) para la amebiasis. La prevención depende de la pureza de nuestras fuentes de agua, de la eliminación adecuada de los excrementos humanos y de utilizar correctamente las medidas de higiene, tales como lavarse bien las manos después de ir al baño y antes de comer.

El suministro municipal de agua aprobado por los departamentos locales de salud de Estados Unidos normalmente se considera seguro. Sin embargo, al acampar o durante estancias en otros países, es importante consumir agua que pro venga de suministros seguros y evitar beber la de los arroyos u otras fuentes similares.

Tisanosomiasis

Enfermedad parasitaria de los conductos biliares de cabras, borregos, ovinos y rumiantes silvestres, se caracteriza por un síndrome de mala digestión, ictericia y trastornos hepáticos, ciclo biológico similar al de moniensia, transmitido por ácaros coprófagos.



Agente Causal: Thizanosoma actinoides

Morfología:
Thizanosoma actinoides, taenia pequeña de 15-20cm de largo, delgadita de 8mm de largo, taenia inerme sus proglotidos son sin gancho, con 4 ventosas 2 atrás y 2 adelante, el proglotido maduro tiene flecos en la parte de abajo, los proglotidos son rectangulares, con doble juego de órganos reproductores.

Localización:
El parasito se localiza en conductos biliares y colédoco, (crece a todo lo largo del conducto biliar) se alimenta de bilis y los proglótidos grávidos van a desprenderse y con la secreción de la bilis salen hacia el intestino por el colédoco se puede equivocar parasitando el conducto pancreático Los ácaros son digeridos en el intestino y se liberan los cistecercoides, el cisticercoide se fija al conducto biliar y comienza a crecer la cadena estrovidae.

Patología
Efecto irritativo, obstructivo, tóxico; afecta mas el efecto obstructivo, el irritativo produce una colangiocistitis que puede generar trastornos hepáticos de tipo crónico cirrosis hepática.

Síntomas:
Es discreta, puede haber síndrome de mala digestión, mucosas pálidas, ictéricas, falta de crecimiento, disminución de la producción, en cabras es de tipo crónico.

Diagnostico.
Por sedimentación, en el rastro y la identificación de parásitos adultos al abrir el colédoco.

Tratamiento.

Nitrosamida y algunos derivados del Imidazol.